El patrón, radiografía de un
crímen es una película basada en el libro del
criminólogo Elías Neuman y que cuenta la historia real de Hermógenes (nombre
ficticio utilizado en la película), un humilde peón de campo, analfabeto, que
viaja junto a su esposa Gladys, desde Santiago del Estero a la ciudad de Buenos
Aires, con la esperanza de un futuro mejor.
El
filme va alternando presente y pasado; un presente en el cual el abogado de
Hermógenes lo defiende por el homicidio cometido contra su patrón; y un pasado
que nos describe la situación de esclavitud a la que fue sometido el
protagonista.
Un
hombre humilde, sin maldad, sumiso..., da con un hombre que lo pone al frente
de una de sus carnicerías, sin fijarle un salario y descontándole de lo que le
daba como paga, entre otras cosas, el costo del alquiler de una pieza que daba
al fondo de la carnicería, la cual se encontraba en condiciones muy precarias
para la pareja que allí se instalaría.
Su
patrón solo le prometía falsas ilusiones, como la posibilidad del acceso a una
vivienda, por la cual también le descontaba dinero.
En
la carnicería será obligado a vender carne cada vez en peor estado, a manipular
la mercadería así como a la clientela. Hermógenes solo obedece, sin omitir
opinión al respecto, es que no tiene más alternativa que cumplir con las
órdenes que se le imponen y tampoco ve la maldad de su patrón.
La
opinión está representada y expresada por parte de Gladys, quien sí hace
referencia a los malos tratos del patrón, a la falta de paga por sus tareas
como empleada doméstica en su casa, y a las consecuencias negativas que puede
tener la venta de carne en mal estado a los clientes.
Hermógenes
solo dice que es culpable y siente una culpa tremenda. Su defensor se pregunta
cómo un hombre tan tranquilo y sumiso asesinó a su patrón, en su defensa
plantea: “¿Hasta dónde es posible explotar a un hombre? ¿Merece este
hombre un mayor castigo que la exclusión social en la que vive, la de su
analfabetismo? Resalta además que el Estado solo se fijo en él para
calificarlo como inepto para cumplir con el servicio militar al que alguna vez
había aspirado, por causa de un problema en una de sus piernas. Característica
que Hermógenes tenía muy presente al momento de buscar un trabajo y que
mencionaba a cada empleador.
“[…]
Su analfabetismo y su santa inocencia, ligada profundamente a esa herencia
inconsciente de sometimiento, no le permiten asimilar valores profundos del
entorno. Sin embargo, acomete con denuedo el proyecto de vencer su
analfabetismo a través de lo que puedan enseñarle, primero algún amigo
ocasional y luego las clientes del negocio de carnicería. Aun siendo un hombre
primario advierte que, cuanto más sabe, cuanto más rápido es su aprendizaje,
aunque se trate de leer, escribir y contar, mayor será su posibilidad de
liberarse, aunque más no fuere internamente, del yugo al que estuvo y estará
persecutoriamente sometido.”
“[…]
El aislamiento y el analfabetismo refuerzan los rasgos esclavizantes de una
ideología de designios precisos y de rumbos sostenidos a rajatabla por
generaciones y generaciones. El patrón es, por su propia figura privilegiada,
por sus mayores o mejores conocimientos y por su poder de resolución de
cualquier conflicto (de muchos de los cuales es conscientemente autor por
acción u omisión), un padre, un auténtico pater familliae al estilo
romano. Una suerte de Dios "que piensa por uno". “[…] La búsqueda del
patrón es la búsqueda del padre, de un Dios cotidiano que le dé seguridad y,
acaso, afecto.”
“[…] La dignidad
del hombre parece estar mucho más allá de una tipificación legal que califique
sus hechos. La dignidad de un hombre (o, si se quiere, su no humillación) es un
valor idéntico a través de los tiempos en los hombres de nuestro país, tan
idénticos entre sí como la miserabilidad que denuncian y frente a la que se
rebelan, matando o muriendo.”
Año: 2014
Dirección: Sebastián Schindel
Elenco: Joaquin Fuerriel, Luis Ziembrowski, Mónica Lairana, Germán De Silva, Andrea Garrote y Guillermo Pfening.